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GAME OF THRONES: LA DISPUTA POR LA SILLA PRESIDENCIAL

  • Foto del escritor: lavoz del oak
    lavoz del oak
  • 21 may 2019
  • 3 Min. de lectura

La polarización como estrategia política; las elecciones presidenciales; consenso sobre el acuerdo de diez puntos.

No es noticia que este es un año de elecciones. Siempre que llega la época de elecciones las aguas turbias del país comienzan a agitarse más de lo común. Independientemente de querer hacer un análisis sobre la sociedad argentina hemos de quedarnos con una palabra que define a un año electoral: volatilidad. Volatilidad económica, social, política: las aguas se separan, la grieta se acentúa.

Siguiendo esta línea de pensamiento y considerando que al argentino le gusta dividir todo en dos bandos opositores, hemos de entender cómo y por qué la mayor parte de los recursos utilizados en un año electoral (encuestas, estadísticas, estrategias, etc.) es dirigido hacia un campo hipotético de un supuesto ‘balotaje’.

Los consultores, estrategas y asesores políticos están ya arribando a las conclusiones que todo el mundo genera en su cabeza: ¿por qué culparlos si el ciudadano ya considera estas oposiciones en su cabeza? A falta de quórum general por un candidato resulta una opción relativamente natural que hubiere una segunda vuelta en las elecciones nacionales. Las encuestas, como siempre cambiantes de una semana a la otra, apuntan al combate, de alguna manera, perversamente esperado, entre Mauricio Macri y Cristina Kirchner. Habría, además, otros candidatos menores que muchos desestiman, y es que en realidad, se cree, solamente todos juntos podrían llegar a equiparar los números que nuestros otros dos candidatos, Macri y Kirchner. Estamos hablando, ciertamente, de Sergio Massa, Juan M. Urtubey, Miguel A. Pichetto y Roberto Lavagna.

Todos los candidatos mencionados hasta ahora son de relevancia: los estrategas políticos juegan con ellos como si de simples números se tratara. Por un lado, se dice que ampliando el frente político de Cambiemos, entonces, agregando a estos cuatro candidatos menores a la banca de Macri o tanto como si se hiciese con Lousteau o Stolbizer por igual, se logrará sumar más votos: desde la Casa Rosada replicaron como si de un delirio se tratara. Por otro lado, Durán Barba, fiel asesor político del presidente, afirma, por lo contrario, que “un frente de unidad de sus adversarios aseguraría un triunfo contundente de Cristina Fernández”, la idea sería no poner a Cristina en una vereda y a los demás en la opuesta ya que esto alimentaría los votos de la expresidente. Ambas propuestas tienen sus bases, cada uno opinará lo descomunal que podrán ser. Sin embargo hasta ahora lo que sí ha sucedido como una correcta medida de aclarar un par de cosas en el plano político, social y económico por parte de los candidatos ha sido los decálogos que algunos de ellos han hecho públicos.

Massa propuso sus diez compromisos con el país e instó, junto con muchos líderes políticos que el gobierno hiciese lo mismo: un consenso de diez puntos al estilo del lineamiento del “Consenso de Washington”. Finalmente el oficialismo dio a conocer sus diez puntos buscando acordar temas en común con distintos opositores y sectores sociales: la convocatoria se envió a los candidatos mencionados como a sindicatos, y se propone un diálogo, una conversación entre los distintos frentes. Sin embargo muchos opositores rechazaron el diálogo o siquiera a leer los lineamientos ya que estos no estaban conjurados como ellos querían o por tratarse de una supuesta estrategia política para dividir el peronismo; otros sí se dignaron a plantearse un par de temas y tratarlos con el oficialismo. Desde el gobierno quedaron un poco desorbitados con las respuestas, que si bien no sorprenden, lo dejan a uno como pensando que el opositor pedía este decálogo y luego se resuelve no leerlo porque proviene del oficialismo, respondiendo lo que el opositor pedía. Desde la Casa Rosada no temieron en poner de relieve que ni Cristina querría un INDEC obstruido por la corrupción, dejando en evidencia lo que implicaría, obviamente, no firmarlo.

Entonces, en estas épocas de elecciones, la cordura se pierde en todos los sectores, la grieta se abre, los distintos sectores sociales se zambullan en horror y combate, reflejo en el plano político donde ni los candidatos a presidente se ponen de acuerdo de qué forma es mejor oponerse al gobierno mas creyendo que lo mejor es no aceptar la comida que el oficialismo ofrece. Las encuestas dan números opuestos todas las semanas, que confunden y cunden pánico; los paros se acentúan y los sindicatos se acoplan y apoyan unos a otros frente al gobierno; los diputados y sus asesores son baleados en el Congreso; las discusiones aumentan y los medios enloquecen. En fin, un año común y corriente en nuestro país.

Autor: Lucas Jauregui


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